Walesa, nace un 29 de septiembre de 1943 en Popowo hoy Polonia, en el
seno de una familia de campesinos humildes. Hijo de Boleslaw, un carpintero que fue arrestado por los
nazis antes de que Lech naciera, siendo internado en un campo de concentración
en Mlyniec. Regresó a su casa después de la Segunda Guerra Mundial, donde solo
vivió dos meses antes de morir en 1945. Su madre, Feliksa, forjó las creencias
y la tenacidad de su hijo ante las injusticias.
Lech cursó estudios a la Escuela Técnica Estatal y en 1961 sirvió
en las Fuerzas Armadas. Pasó seis años cumpliendo con el servicio militar
obligatorio y se mudó a Gdansk, donde consiguió un empleo como electricista en los gigantescos astilleros Lenin, donde participó en las huelgas de 1970.
En 1976 fue despedido por organizar nuevas protestas, posteriormente el 14 de agosto de 1980,
Lech Walesa saltó por arriba de un muro, ingresó al predio e improvisó un
fervoroso discurso llamando a la huelga a los 17.000 trabajadores de aquella
empresa. Fue designado como líder de un comité de huelga que negociaba con la
dirección del astillero. Cuando en diciembre de 1981 el gobierno polaco,
dirigido por el general Jaruzelski, ilegalizó al movimiento sindical
Solidaridad e impuso la ley marcial, Walesa fue detenido. Es puesto en libertad
en noviembre de 1982, pero bajo vigilancia gubernamental; al año siguiente en 1983 ganaría el Premio Nobel de la Paz, y 7 años después era electo Presidente de su país.
Lech Walesa dejó su huella impresa en la
historia del siglo XX. Sus acciones como líder gremial en Polonia, dominada por
el régimen comunista, contribuyeron a resquebrajar el dominio soviético que se
extendía tras la Segunda Guerra Mundial en países de Europa Central y del Este.
La organización “Solidaridad”, el primer sindicato libre en las naciones satélites de la Unión Soviética,
no sólo permitió torcer el destino político de Polonia, además generó hacia
fines de los ‘80 un efecto contagio en toda la región.
Sin duda que la Iglesia Católica se convirtió en un
respaldo clave para la lucha que encabezaba Walesa, un católico ferviente. Como
una muestra de ese apoyo, Juan Pablo II lo recibió en 1981. Ese mismo año el
régimen polaco, temeroso de un ataque armado de la Unión Soviética, impuso la
ley marcial en el territorio, suspendió al sindicato y volvió Walesa a caer preso. Liberado tras once meses, en 1983 reingresó
como electricista en el astillero y fue galardonado con el Nobel. “La memoria
de mis compañeros de trabajo que luego perdieron la vida, el recuerdo amargo de
la violencia y la desesperación se han convertido en una lección que nunca se
olvidará”, aseguró tras ser distinguido.
En 1988 inició una nueva huelga para que
repusieran la legalidad a su organización. La negociación permitió incluso
moderar el cerrado cuadro político polaco: el comunismo llamó a elecciones
parlamentarias “semi libres”. El país inició de esa manera el camino hacia una
economía de libre mercado. Fue el primero en abandonar el tutelado soviético.
El proceso de cambio fue acompañado por las reformas propuestas por Mijaíl
Gorbachov, jefe de Estado de la URSS y otro actor clave en el proceso.
El 9 de diciembre de 1990 Walesa ganó las
elecciones presidenciales en Polonia. Intentó la reelección y cayó derrotado en
1995. Anunció su alejamiento de la política, pero en 2000 intentó recuperar el
poder. La derrota fue contundente: alcanzó el 1,01% de los votos.
Su figura sigue generando controversias en
Polonia. Parte de la población lo venera y otra lo resiste. Incluso pesa sobre
él una investigación del Instituto de la Memoria Nacional de aquel país en la
que se lo señala como un agente secreto que, con el alias de “Bolek”, colaboró
desde su rol sindical con la policía comunista. Walesa insiste en su inocencia:
habla de una “conspiración” para desprestigiarlo. Y culpa al actual gobierno de
su país de buscar “reescribir la historia” para silenciarlo.
Para finalizar es importante que tengan siempre presente que el Movimiento Solidaridad de Walesa, fue concebido con raíces cristianas profundas y reales, este nació de las luchas obreras y campesinas por la libertad sindical, entendiendo esta como el poder constituir organizaciones independientes al Partido Obrero Unificado Polaco, que gobernaba el país, y en contra del gobierno comunista.
Pero sin duda el aporte principal de Walesa a la humanidad fue haber inspirado a la solidaridad política, fundamentando su movimiento en la Doctrina Social de la Iglesia Católica, y haciéndole ver a las generaciones posteriores que los cambios positivos son posibles, pero sin trabajo y lucha es muy difícil lograrlos y llevarlos a cabo.
Agradeciendo siempre que hagan habito de lectura gracias a mis escritos y artículos.
Saludos,
Máximo Peña De León,
Abogado - Experto en Comercio Exterior
Máster en Negocio y Derecho Marítimo
UPCO/IME (Promoción #23)
@MaximoPenaLeon
@PenaYunesLegal